La mirada quieta (de Pérez Galdós) by Mario Vargas Llosa

La mirada quieta (de Pérez Galdós) by Mario Vargas Llosa

autor:Mario Vargas Llosa [Vargas Llosa, Mario]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 2022-01-01T00:00:00+00:00


El teatro

Realidad (1892)

(Drama en cinco actos y en prosa)

Ha contado Pérez Galdós, en Memorias de un desmemoriado, cómo, estando una tarde en el Teatro de la Comedia, entró el autor y director Emilio Mario hecho un verdadero torbellino y, en cierto modo, le dijo al paso que había oído que su novela Realidad podía ser llevada al teatro. Le rogó que hiciera la adaptación, y partió.

Pérez Galdós se puso a trabajar de inmediato —ya sabemos que su primer amor había sido el teatro— y de esta manera realizó uno de sus mejores intentos teatrales, que se estrenó en el Teatro de la Comedia el 15 de marzo de 1892.

En sus obras completas de teatro figuran piezas primerizas que no se llegaron nunca a estrenar, y que no valían gran cosa, como Quien mal hace bien no espera, de un solo acto, escrita en verso, y Un joven de provecho, en cuatro actos y en prosa, que tampoco subió nunca a las tablas, obras, repito, de poco calado intelectual de las que precisamente por eso no vamos a hablar.

Dicho sea de paso, los guiones teatrales no sirven de gran cosa, salvo que tengan gran calidad literaria como los de Shakespeare y Molière, y, entre los más modernos, los de Bertolt Brecht o Samuel Beckett, para citar a dos autores contradictorios, porque en ese estado se hallan inconclusos; su vocación natural es convertirse en espectáculos.

De manera que en este ensayo sólo vamos a ocuparnos de las obras teatrales representadas de Benito Pérez Galdós y no de los guiones que nunca subieron a las tablas. Como veremos, son muchas, y, dicho sea al pasar, significaron la interrupción de sus Episodios nacionales, porque desde aquellos años se orientó hacia el teatro más que a las novelas.

En el primer acto de Realidad, que ocurre en una sala lujosa, en la casa de Orozco, está muy bien representada la sociedad madrileña y un puñado de sus políticos, la buena vida que llevan y sus intrigas, enredos, vicios y amoríos; un carrusel de personajes circula por este recinto desde el cual se divisa, por una parte, la sala de billar en la que se divierten los caballeros y, por otra, una esquina del escritorio donde trabaja el esforzado marqués.

Éste ha dado el beneplácito a la boda de su hija Augusta con Joaquín, de quien es buen amigo. Al fin del acto, se advierte que esta boda interesa poco a aquélla, que tiene otro novio de quien está perdidamente enamorada. Después se sabrá que se trata de Federico, que es ya su amante, y quien, pese a su fama de don juan, tiene remordimientos, pues Augusta está casada con un íntimo amigo suyo, nada menos que Orozco.

En el tercer acto, el padre de Clotilde y Federico Viera, llamado Joaquín Viera, un sujeto algo siniestro y que despierta grandes antipatías en Augusta, viene a visitar a los Orozco. En realidad viene a hacer un negocio. Acaba de comprar, por poco dinero, una obligación que, años atrás, Orozco había olvidado cancelar, y don Joaquín pretende obtener por ella una buena cantidad de dinero.



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